La historia de Jarno Saarinen es la de un luchador que conquistó a los aficionados del motociclismo internacional con un estilo que marcó una época. Treinta y seis años después de su desaparición en un trágico accidente en Monza, sigue siendo una de las estrellas que jamás se apagarán del firmamento de los grandes pilotos.
Jarno Karl Keimo Saarinen nació en Turku, Finlandia, el 11 de diciembre de 1945. Fue el tercero de cuatro hermanos, por cuyas venas corría la pasión por la velocidad que habían heredado de su padre, un gran aficionado a las carreras de motos y que falleció cuando Jarno contaba con ocho años.
Con doce años consiguió hacerse con su primera moto, una pequeña Tunturi de 50 centímetros cúbicos fabricada con licencia Puig. Poco después comenzó a correr en carreras junior, al igual que sus hermanos. Tras sus primeros pasos en competición comenzó a participar en la espectacular modalidad de Speedway.
Ya con dieciséis tuvo el primer contacto con una moto de carretera tras sacarse el carnet de conducir y mientras estudiaba en el instituto técnico de Turku, donde más adelante conseguiría el título de ingeniero. Jarno conseguía conciliar la vida de estudiante con el trabajo en la fábrica de Tunturi. En esa misma época comenzó a competir en ice-racing, que se disputaban sobre lagos helados. Precisamente fueron estos comienzos los que marcaron el desarrollo del piloto finlandés y su gran dominio de la derrapada.
A partir de 1965 Jarno comienza a tomarse en serio el ser piloto de velocidad y a pesar de los éxitos cosechados en otras disciplinas se centra en el asfalto. En 1968 llegó el momento de su primera carrera en el mundial, en el circuito de Imatra. A pesar de su talento la aventura resulto algo decepcionante al ser doblado hasta en tres ocasiones.
Ya en 1969 Saarinen era un piloto totalmente formado y venció los campeonatos finlandeses de 125 c.c. y 250c.c. y finalizó tercero en la categoría de 350 c.c. con la dos y medio.
El salto llega en el 70, cuando a base de préstamos consigue los medios necesarios para hacerse con una Yamaha TD2 250 con la que correría pruebas internacionales. La primera carrera fue en Austria, en la inauguración de Salzburgrin en una prueba no puntuable para el Mundial y en la que finalizó segundo. Y a en el campeonato del Mundo tuvo que luchar y mucho por poder seguir adelante, utilizando materiales que otros pilotos desechaban. En Assen logró subir al podio por primera vez, tras ello dos cuartos puestos y un nuevo podio lo situaron segundo en la clasificación provisional. La gran decepción llegó en el G.P. de Imatra, cuando rompió el cigüeñal y no pudo seguir adelante al no tener repuestos. Debido a ello decidió no acudir a las tres últimas carreras del año, aunque finalizó cuarto en su primera temporada, con una moto que el mismo preparaba y que transportaba en su furgoneta que hacía las veces de casa.
Después de la gran campaña realizada en el 70 para 1971 tenía apoyo de Arwindson, que le proporcionó las motos, aunque el siguió preparándolas y siendo el mecánico. Tuvo que esperar hasta la séptima carrera del año, en Brno, para obtener su primera victoria en el mundial. Esa misma temporada combinó 250 con 350 con su Yamaha y en 50 con Keidler. Finalizó la temporada como subcampeón en 350 y tercero en 250.
Ya en 1972 contaba con el apoyo de Yamaha, aunque no de manera reconocida el finlandés era piloto oficial de la marca de los diapasones. A lo largo de la temporada cuajó una más que fantástica actuación tanto en 250 como en 350 luchando en esta última contra Agostini y su rapidísima MV Agusta 350. Tras negarse a correr en la Isla de Man al considerarlo un circuito excesivamente peligroso el mundial de 350 se puso cuesta arriba convirtiéndose en inalcanzable, mientras que la clasificación se apretó en 250. Finalmente y tras una brillante lucha se proclamó campeón en el GP de Imatra, consiguiendo su sueño de ser vencedor del Mundial de 250, mientras que no lo consiguió en el de 350. En ocasiones había hecho saber su intención de colgar el mono tras vencer un título y así dedicarse a su mujer y a su profesión, delineante. Tras la temporada fue a participar en carreras de fin de año en las que demostró una vez más su talento a pesar de sufrir una aparatosa caída en Ontario (Canadá).
1973 comenzó de manera brillante, venciendo las 200 Millas de Daytona y convirtiéndose en el primer europeo en lograrlo. Tras varias carreras de pretemporada en las que cosechó, como era habitual, muy buenos resultados llegó la hora de la verdad. En 500 se mostró rápido desde el primer momento, venciendo en la primera carrera que disputaba frente a pilotos de la talla de Read. En 250 tampoco dio opciones y parecía que sería capaz de renovar la corona.
Desafortunadamente llegó la cuarta cita de la temporada, en el rápido y peligroso circuito de Monza. Fue el más rápido en los entrenamientos en las dos categorías y partía como el gran favorito para alzarse con las victorias, unas victorias que jamás llegaron. En lugar de eso un grave accidente en el curvone, con doce pilotos implicados. Renzo Pasolini iba primero cuando perdió el control de su montura y Jarno no pudo hacer nada por evitarlo. Desgraciadamente ambos fallecieron en el acto marcando uno de los días más tristes del motociclismo. Posteriormente se investigaron las causas del accidente, que fue más grave debido a la cercanía del guardarrail y las balas de paja contra las que colisionaron las motos y devolvieron máquinas y cuerpos al asfalto. Nunca se llegó a esclarecer la verdadera razón del accidente, aunque las dos hipótesis fueron una mancha de aceite en el suelo y el gripaje de la moto de Pasolini.
En cualquier caso, el 20 de mayo de 1973 el destino puso final a la historia de un piloto excepcional, una persona magnífica, querida por quienes conformaban el Continental Circus y que marcó a toda una generación con su pilotaje agresivo y espectacular, a pesar del cual sólo se fue al suelo en tres ocasiones en su carrera profesional, la última de ellas con fatales consecuencias, tristes paradojas de la vida. Esta era la historia de un mito, un referente, un ídolo, Jarno Saarinen, el finlandés volador.
Jarno Karl Keimo Saarinen nació en Turku, Finlandia, el 11 de diciembre de 1945. Fue el tercero de cuatro hermanos, por cuyas venas corría la pasión por la velocidad que habían heredado de su padre, un gran aficionado a las carreras de motos y que falleció cuando Jarno contaba con ocho años.
Con doce años consiguió hacerse con su primera moto, una pequeña Tunturi de 50 centímetros cúbicos fabricada con licencia Puig. Poco después comenzó a correr en carreras junior, al igual que sus hermanos. Tras sus primeros pasos en competición comenzó a participar en la espectacular modalidad de Speedway.
Ya con dieciséis tuvo el primer contacto con una moto de carretera tras sacarse el carnet de conducir y mientras estudiaba en el instituto técnico de Turku, donde más adelante conseguiría el título de ingeniero. Jarno conseguía conciliar la vida de estudiante con el trabajo en la fábrica de Tunturi. En esa misma época comenzó a competir en ice-racing, que se disputaban sobre lagos helados. Precisamente fueron estos comienzos los que marcaron el desarrollo del piloto finlandés y su gran dominio de la derrapada.
A partir de 1965 Jarno comienza a tomarse en serio el ser piloto de velocidad y a pesar de los éxitos cosechados en otras disciplinas se centra en el asfalto. En 1968 llegó el momento de su primera carrera en el mundial, en el circuito de Imatra. A pesar de su talento la aventura resulto algo decepcionante al ser doblado hasta en tres ocasiones.
Ya en 1969 Saarinen era un piloto totalmente formado y venció los campeonatos finlandeses de 125 c.c. y 250c.c. y finalizó tercero en la categoría de 350 c.c. con la dos y medio.
El salto llega en el 70, cuando a base de préstamos consigue los medios necesarios para hacerse con una Yamaha TD2 250 con la que correría pruebas internacionales. La primera carrera fue en Austria, en la inauguración de Salzburgrin en una prueba no puntuable para el Mundial y en la que finalizó segundo. Y a en el campeonato del Mundo tuvo que luchar y mucho por poder seguir adelante, utilizando materiales que otros pilotos desechaban. En Assen logró subir al podio por primera vez, tras ello dos cuartos puestos y un nuevo podio lo situaron segundo en la clasificación provisional. La gran decepción llegó en el G.P. de Imatra, cuando rompió el cigüeñal y no pudo seguir adelante al no tener repuestos. Debido a ello decidió no acudir a las tres últimas carreras del año, aunque finalizó cuarto en su primera temporada, con una moto que el mismo preparaba y que transportaba en su furgoneta que hacía las veces de casa.
Después de la gran campaña realizada en el 70 para 1971 tenía apoyo de Arwindson, que le proporcionó las motos, aunque el siguió preparándolas y siendo el mecánico. Tuvo que esperar hasta la séptima carrera del año, en Brno, para obtener su primera victoria en el mundial. Esa misma temporada combinó 250 con 350 con su Yamaha y en 50 con Keidler. Finalizó la temporada como subcampeón en 350 y tercero en 250.
Ya en 1972 contaba con el apoyo de Yamaha, aunque no de manera reconocida el finlandés era piloto oficial de la marca de los diapasones. A lo largo de la temporada cuajó una más que fantástica actuación tanto en 250 como en 350 luchando en esta última contra Agostini y su rapidísima MV Agusta 350. Tras negarse a correr en la Isla de Man al considerarlo un circuito excesivamente peligroso el mundial de 350 se puso cuesta arriba convirtiéndose en inalcanzable, mientras que la clasificación se apretó en 250. Finalmente y tras una brillante lucha se proclamó campeón en el GP de Imatra, consiguiendo su sueño de ser vencedor del Mundial de 250, mientras que no lo consiguió en el de 350. En ocasiones había hecho saber su intención de colgar el mono tras vencer un título y así dedicarse a su mujer y a su profesión, delineante. Tras la temporada fue a participar en carreras de fin de año en las que demostró una vez más su talento a pesar de sufrir una aparatosa caída en Ontario (Canadá).
1973 comenzó de manera brillante, venciendo las 200 Millas de Daytona y convirtiéndose en el primer europeo en lograrlo. Tras varias carreras de pretemporada en las que cosechó, como era habitual, muy buenos resultados llegó la hora de la verdad. En 500 se mostró rápido desde el primer momento, venciendo en la primera carrera que disputaba frente a pilotos de la talla de Read. En 250 tampoco dio opciones y parecía que sería capaz de renovar la corona.
Desafortunadamente llegó la cuarta cita de la temporada, en el rápido y peligroso circuito de Monza. Fue el más rápido en los entrenamientos en las dos categorías y partía como el gran favorito para alzarse con las victorias, unas victorias que jamás llegaron. En lugar de eso un grave accidente en el curvone, con doce pilotos implicados. Renzo Pasolini iba primero cuando perdió el control de su montura y Jarno no pudo hacer nada por evitarlo. Desgraciadamente ambos fallecieron en el acto marcando uno de los días más tristes del motociclismo. Posteriormente se investigaron las causas del accidente, que fue más grave debido a la cercanía del guardarrail y las balas de paja contra las que colisionaron las motos y devolvieron máquinas y cuerpos al asfalto. Nunca se llegó a esclarecer la verdadera razón del accidente, aunque las dos hipótesis fueron una mancha de aceite en el suelo y el gripaje de la moto de Pasolini.
En cualquier caso, el 20 de mayo de 1973 el destino puso final a la historia de un piloto excepcional, una persona magnífica, querida por quienes conformaban el Continental Circus y que marcó a toda una generación con su pilotaje agresivo y espectacular, a pesar del cual sólo se fue al suelo en tres ocasiones en su carrera profesional, la última de ellas con fatales consecuencias, tristes paradojas de la vida. Esta era la historia de un mito, un referente, un ídolo, Jarno Saarinen, el finlandés volador.
David Robledo.
Os Adjunto igualmente la previa del BSB (formato word) que hizo Javier Bernabé
http://www.megaupload.com/?d=JAWWZKPZ
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